Esas protuberancias grises se mueven como dementes. Luego, observas que el viento acaricia cada una de las paginas del bendito libro y las hace pasarse de adelante hacia atrás, una y otra vez. Sabes lo que vendrá. Un relámpago lo anuncia. La duda te invade. Te preguntas si aun hay tiempo de ir a su rescate. Pero no puedes evitar hacer la comparación y aquí va, el tremendo dilema existencial que se te ocurre: Ser o no ser. Dejarlo ir o empecinarse en que vuelva a ella, sin importar que tan roto y sucio esté, aun así conservarlo. Sin importar que el camino hacia él este lleno de ramas filosas amenazando con marcar tu piel. Se oye un trueno, y estás decidida. Debo dejarlo ir, te dices a ti misma pero lo único que haces es salir corriendo de tu habitación para socorrer a tu libro. Que tonta eres.

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